sábado, 28 de febrero de 2009

En poco tiempo se puede hacer mucho

Hay muchos motivos por los que venir aquí, muchas cosas que podríamos aportar pero desgraciadamente son pocos los que finalmente dan el paso. Un pequeño esfuerzo puede tener unas consecuencias inimaginables, es mucho lo que se puede hacer en poco tiempo. Es el caso de los oftalmólogos zaragozanos de la ONG Ilumina África que tuvimos la oportunidad de conocer esta semana. Continuamente vienen equipos por periodos cortos de tiempo, y estuvimos unos dias con uno de ellos.

Su labor en el hospital de Dono Manga durante menos de 15 días dio un fruto de 150 operaciones, diez diarias, a enfermos con distintas patologías, cataratas crónicas, cegueras… problemas de todo tipo, además de aportar cientos de gafas graduadas y de sol, con un óptico que les acompañaba. A pesar de haber estado con ellos poco tiempo fuimos capaces de darnos cuenta de la importancia de su labor. En una noche nos contaron varios de los casos que habían tratado, se les veía muy cansados por todo el trabajo que habían realizado, pero al mismo tiempo estaban muy contentos de los resultados obtenidos.

La vida en Dono Manga gira en torno al hospital, familias enteras acuden de distintos lugares de la región, algunos incluso vienen andando y tardan días en llegar y mientras el paciente reside en el hospital, los familiares aguardan en los alrededores día y noche. Cuando vienen los oftalmólogos, el número de pacientes se multiplica. Los problemas de vista son muy habituales en Chad, muchos de los cuales son casos curables pero hay personas que tienen que volver a sus casas sin haber podido hacer nada por ellos ya que no tenían solución. Los médicos se encargaban de realizar decenas de operaciones diarias, las hermanas que hay en el hospital les ayudaban en todo lo que podían, anestesias, curaciones… Mientras tanto, Oscar el oculista, se encargaba de hacer las gafas graduadas a cada paciente con la ayuda de Fabio, un joven italiano que ha venido al Tchad para conocer un poco la vida aquí, y terminó en Donomanga ayudando, como uno más, a los oftalmólogos.

Nos contaban las historias que les habían pasado, casos alucinantes que te hacen darte cuenta de lo importante que es su labor aquí. Uno de los casos más increíbles fue el de un pequeño niño ciego de nacimiento debido a unas cataratas crónicas. Tras terminar la operación, el niño abrió los ojos, veía por primera vez en su vida y lo primero que dijo fue “¿mamá?”, nunca la había visto, era como un milagro, los médicos se quedaron sin palabras. El pequeño giró la cabeza, miró a uno de los oftalmólogos y le dijo, “¿papá?”, imaginaos la sorpresa y las risas.

Además de la propia labor médica, también tuvieron oportunidad de vivir otras experiencias. Habían traído unas cajas llenas de equipaciones completas y balones del Real Zaragoza para la escuela de fútbol de Dono Manga, que repartieron entre los niños. Todos tan contentos con sus camisetas nuevas, cantando incluso el himno.

También conocimos a otra española, Inés, pamplonica pero residente en Zaragoza. Vino para hacer unos inventarios, control de cuentas y funcionamiento de algunas instituciones. Hicimos muy buenas migas con ella, nos reíamos mucho contando batallitas de cuando era joven, de historietas de serpientes, aventuras… Ella se quedó principalmente en Donomanga, pero sus visitas a Laï eran habituales. Se pasaba por el despacho y nos preguntaba cómo iban las cosas, unas cervezas y, si hay ocasión, una tortillita en casa. Estaba totalmente adaptada a la vida aquí con su siempre amiga Betty, inseparables, pero por desgracia los últimos días los pasó con paludismo y por lo que sabemos y viaje de vuelta fue muy duro para ella, desde aquí le mandamos un fuerte abrazo, de sus niños. ¡Nos vemos pronto Inés!

Fabio es un tipo muy peculiar, ha venido por cuatro semanas a hacer lo que sea donde sea. Nos hablo de sus experiencias en el hospital, que lo mismo ayudaba al óptico a hacer gafas como a los oftalmólogos en las consultas. Nos contó que un día se puso una nariz de payaso para hacer reir a los niños que estaban ingresados, con toda su buena intención y su gran nariz roja preguntó a uno de ellos que cuántos años tenía, y el chico le respondió con cara un tanto extrañado por ver a un nassara con nariz colorada, “tengo 26 años”, él no sabía dónde meterse, rápidamente se quitó la nariz y como si nada. Otra historia impactante fue la de los pacientes, especialmente los nómadas, intentando abrir las puertas del hospital durante un buen rato con un mecanismo extraño que no habían visto nunca en su vida y que por tanto no sabían utilizar, la manilla de la puerta.

Ahora vive con nosotros, ha dado otra vida a la casa y además nos ayuda con las obras del horno que estamos haciendo en el jardín. Poco a poco vamos conociendo la labor que realizan aquí muchas de las personas que han decidido dar el paso, ya sea por 15 días o por decenas de años, de venir y dejar parte de tu vida sólo por ayudar a cambiar un poco, y en la medida de lo posible, la realidad de toda esta gente.
Cuando vino a Laï, entre otras cosas, ayudo en el centro de discapacitados Talita Kum. Creo que nunca os hemos hablado de este sitio, pero ayer tuvimos la oportunidad de visitarlo. Allí recogen a personas con todo tipo de discapacidades, amputaciones, malformaciones, parálisis… Siempre los discapacitados son un sector muy débil de las sociedades, pero más aún en países con escasos medios sociales. La imagen no podía ser más dura, os podeis imaginar, entramos y allí estaban bajo un porche unos niños con problemas de todo tipo que te ponían un nudo en la garganta, especialmente el más pequeñouno que no podía caminar y gateaba por el suelo a toda velocidad. Les llevamos unos globos, unos botes de pompas de jabón, unos caramelos…estuvimos un buen rato, fue increíble. Sacarles unas sonrisas, jugar con ellos, darles un poco de cariño y llevarte un profundo agradecimiento de los niños por haberles dedicado un rato.

Este fin de semana terminamos de pintar la casa, unos retoques por aquí otros retoques por allá y… ¡voila!, la cosa ha sido dura pero la casa está mucho más bonita y acogedora. Tras una mañana de trabajo decidimos ir a comer a un restaurante especializado en cabritos y pollo. Cuando hablamos de restaurante nos referimos a un solar con bancos de madera y techos de paja, un gran árbol de mangos bajo el cual, tumbados en el suelo, descansa la familia que lo regenta y gallinas alborotadas corriendo de un lado a otro. Nos sentamos, pedimos un pollo frito y los pequeños camareros, suelen ser los hijos, comienzan a correr por todo el solar intentando apresar lo que sería nuestra comida, después un cacareo fuerte, otro agonizante y en unos minutos el pollo estaba listo. Fue un poco impactante, pero después de devorarlo con las manos, incluida una montaña de lechuga con una salsa extraña, podemos decir que no tuvimos problemas estomacales de ningún tipo. Tampoco fue casualidad, Alice conocía bien el sitio y sabía que toman precauciones higiénicas a la hora de preparar la comida.

Eran cerca de las cuatro cuando Alice se acuerda que el lunes era la fiesta sorpresa de Miguel Ángel por su décimo aniversario como obispo, y que habíamos quedado para ir a ensayar la sorpresa y planificar todo. Aún no sabemos que parte de la frase no comprendimos, pero al final acabamos en la casa de las hermanas, que son como las hadas de cuento, cantando una canción personalizada al obispo. Al principio sólo movíamos los labios, pero finalmente acabamos cantando como uno más, en francés y haciendo una pequeña coreografía acorde con la canción un tanto curiosa. Fue una situación extraña pero divertida.

Al día siguiente, la fiesta fue un éxito. Para comer, un buen surtido ibérico y paella valenciana hecha por la hermana Mª Luisa y por dos españoles, Paco y Domingo, que ahora se encuentran aquí pasando unas semanas, un cabrito a la brasa relleno de couscous y de postre unos pasteles de chocolate riquísimos. Después de la comida, hubo canciones, bailes incluso una gran jota aragonesa colectiva bailada por todos los presentes, la imagen de ver un grupo de chadianos excitados bailando una jota como se les ocurría fue de coña. La jota cantada y escrita por la pareja de españoles, que tomaron las riendas de la fiesta haciendo gala de todo un tipical spanish que acrecentaba nuestra fama internacional. Unos días después vinieron a ayudarnos a seguir con la construcción de un horno de leña en el jardín que estamos cerca de terminar, con el que podremos diversificar un poco el abanico culinario.
Ya sabemos que siempre terminamos hablando de comida, pero es que hay cosas que siempre se echan de menos: jamoncito, lomo, queso, pan recién hecho y, cómo no, ¡familia y amigos!

Besos a todos y hasta la próxima.

viernes, 20 de febrero de 2009

Manu, viaje de trabajo

Quedamos en salir a las 7 de la mañana de la CECI de Laï, el viaje a Kelo dura cerca de dos horas, y era necesario disponer de tiempo para solucionar los problemas que habían surgido con la revisión de las cuentas. Eran ya casi las 8 y Doube (chofer pero también dueño del bar más cercano y nuestro profesor de Kabalaye) estaba aún atando las motos en la parte trasera del pick up. Pasamos a recoger a la mujer y al hijo de Apolos, gerente de la caja central, que le acompañarían en su viaje a Moundou, la capital económica del Chad. Iban allí para hacer los papeles de las motos, que utilizan los animadores de las cajas en sus desplazamientos, y alguna compra más, como por ejemplo, nuestra pintura para poder terminar con nuestra casa. La mujer trajo una bolsita con unas bolas de masa frita, saben a churros, que solemos comprar por las mañanas en el mercado para desayunar, un auténtico manjar.

Por fin salimos, atravesamos el Longone en el ya famoso BAC, y tomamos el estupendo camino de tierra. Fue una sensación extraña, era mi primer viaje en solitario, solo con gente local, una cinta de música africana sonando, de nuevo en la carretera, en ese continuo ir y venir de historias e imágenes pintorescas.

A medio camino, entre Kelo y Laí, está Bere, donde se encuentra la tercera de las CECI, y a donde tendría que ir también al día siguiente a trabajar. Paramos cerca de la casa de Palet, gerente de la caja, y comenzaron a cargar unos sacos de trigo mientras empezaban a agolparse personas alrededor del coche, dos motos cargadas detrás y un nasara, llamaba la atención. Se acercó su mujer con una calabaza a rebosar de bili-bili (cervez casera) blanca, que conseguí no tener que probar.

Una hora después llegamos a Kelo a tiempo para poder trabajar, hay que tener en cuenta que las cajas solo abren por las mañana, y arreglar con Pierre, gerente de allí, todas las cuestiones que tenía previstas. El coche siguió camino a Mondou y quedamos en que me pasarían a recoger de nuevo a las 7 de la mañana del día siguiente, para trabajar por la mañana en la caja de Bere y poder regresar a Laï a comer.

Pasé la tarde con Carlos y Cristian, charlando de todo un poco y visitando, como de costumbre, a los enfermos (siento deciros que es la forma metafórica que usamos para ir a tomar unas cervezas, no es ninguna obra de caridad como se apunta en algún comentario, jeje). Por la noche una tortilla de patatas, un poco más de conversación, siempre da gusto hablar con Carlos, tiene infinidad de historias que contar, y a dormir que al día siguiente se suponía que había que madrugar.

De nuevo se volvió a mostrar la puntualidad chadiana y lo que en un principio eran las 7 de la mañana se convirtieron en las 10. Esta vez con un nuevo pasajero en el coche, un hombre mayor enfermo que tenía que ir al hospital de Bere. Andaba con dificultad, despacio, doblado 90 grados. No habló en todo el camino, tenía la mirada perdida y fija en todo aquello que pasaba al otro lado de la ventanilla. Antes de salir de Kelo, pedí a Doube que me acercase al mercado a comprar pan, ya que en Laï no hay y siempre que podemos compramos. Compre diez barras, las diez completamente secas y duras.

La carretera estaba aun más transitada que de costumbre, era día de mercado y continuamente pasaban bicicletas cargadas de paquetes y animales. En un momento del viaje saqué un paquete de chicles, cogí uno y cuando levanté de nuevo la cabeza me di cuenta de que todos, incluso aquel hombre que parecía estar en otro mundo, me pedían con la mirada otros para ellos. A partir de entonces comenzó una sonata de ruidos bucales que nos acompañaría hasta el final del trayecto, por un momento creí que el señor mayor, que creo que no tenía dientes, se nos ahogaba ahí mismo.

Llegamos a Bere, dejamos al hombre en la puerta del hospital, estaba repleto de gente tanto fuera como dentro. Los familiares de los enfermos se agolpaban a las afueras de las habitaciones, tumbados en el suelo, sentados o cocinando.

En la CECI de Bere nos esperaban Jack, cajero, y Palet, al que ya había conocido el día anterior. El trabajo se hizo pesado, lento, costaba mucho sacar cualquier cosa en claro, pasaron las horas y empezaba ser consciente de que no llegaríamos a comer a Laï. Al terminar, al fin, cerca de las dos del mediodía, Jack nos invitó a comer a su casa, a los hombres, mientras la mujer de Apolos se fue a casa de Palet a comer la mujer de éste.

Fuimos a pie, bajo un sol abrasador que día a día se hace un poco más insoportable. Su casa, dos humildes chozas de barro, donde vivía con su mujer, sus dos hijos y su padre. La mujer comió rápidamente con los niños, para poder servir la comida a los invitados. Nos sentamos en unos bancos de madera, bajo una techumbre de paja con pollos y gallinas correteando por nuestros pies, mientras la mujer, agachada en el suelo, nos ofrecía agua y jabón para lavarnos las manos. Pusieron un cuenco con agua en el medio de la mesita, donde todos bebían sin problemas, por suerte tenía mi cantimplora y evité así beber de un agua dudosamente potable. De nuevo salió la mujer, con la que no conseguí cruzar ni una palabra, con la comida, la bola. Esta vez la bola era de arroz, acompañada de una salsa que tenía buen sabor pero una textura gelatinosa un tanto extraña, que sinceramente no era nada apetecible. Comí con prudencia, para no ofender a los anfitriones, cogiendo con la mano un poco de bola y sumergiéndolo en el cuenco de salsa que me resbalaba por las manos y me puso perdido. Tenía hambre, pero no pude comer demasiado. Fue una experiencia bastante dura, los niños estaban extremadamente delgados, con unas pulseras en las muñecas, que supongo medían el grado de desnutrición, la comida escasa para siete adultos y tres niños que estábamos aquel día allí.

Tras despedirnos de la familia de Jack, nos acercamos al centro de la ciudad a tomar el postre, unas cervezas “enfriadas” en paja y arena. Fue un momento divertido, en el que compartimos risas y anécdotas mientras me acribillaban con preguntas sobre Europa. Se acercó un niño con una bandeja sobre la cabeza. Doube le llamó y cogió unos pequeños tubérculos que vendía, me explicó que lo solían tomar los musulmanes y que tenía efectos excitantes, el lo tomaba para aliviar el efecto de las cervezas y poder conducir mejor. Me dio a probar. Era como morder un rábano pero con un sabor final extremadamente amargo. Solo mordí una vez.

Cuando terminamos, creía que ya emprenderíamos el camino de vuelta, pero antes había que recoger a la mujer de Apolos, que estaba en casa de Palet. Al llegar salió toda la familia, la mujer, los cinco hijos y unas cuantas mujeres más que no me quedo muy claro quiénes eran. Notareis que, por lo general, no solemos saber nombres femeninos, es una consecuencia de la situación de la mujer en estas sociedades. Sin embargo, luego tienen bastante autoridad familiar especialmente con los hijos, depende un poco de la situación y de cada caso. Hay otras mujeres con las que hablamos a diario y alguna excepción, como Rosalie, la cajera de Laï, lleva una vida independiente fuera del matrimonio y los hijos.

Una de sus hijas comenzó a preparar corriendo bancos y una mesa, de nuevo agua y jabón, la cosa empezaba a olerme mal cuando apareció la mujer con una bandeja. No me lo podía creer ¡otra bola! Lo peor fue que estaba acompañada por la misma salsa escurridiza. Un pequeño esfuerzo, pero ya no podía. Era un día de suerte, en el que iban a comer dos veces.

El tiempo corría, eran ya las cuatro, estábamos a una hora del río y el último bac que lo cruza es a las cinco, aunque si les apetece es a las cuatro y media. Rapidamente salimos, esta vez sí que era la definitiva. De nuevo despedida de toda la familia. La mujer de Palet les regaló una gallina viva, que el niño llevaba tan tranquilo agarrada por las patas. Se subieron dos mujeres más, de las que estaban en la casa, a las que acercaríamos a un poblado cercano a medio camino de Laï. Y ahí me veía yo, de nuevo con la música africana, la carretera, las motos detrás, las mujeres y la gallina, reviviendo todo lo acontecido en esos dos días de viaje que, sin duda, no olvidaré en mi vida.

PD: Llegamos a coger el bac, junto con dos camiones más y 18 motos que venían de un funeral. Conseguimos también cruzar a la otra orilla y poder llegar a casa.

sábado, 14 de febrero de 2009

Una semana y ya llevabamos mes!

El viaje a Pala nos dejó totalmente muertos, sin apenas dirigirnos la palabra, uno por uno nos fuimos directos a la ducha, imaginaos el polvo que uno puede almacenar en cuatro horas por un camino de tierra. La cena, un poco de sobras de aquí otro poquito de allá y algo de paté francés, fue uno de los mejores momentos del día, además, desde nuestra “terraza” se veía una luna llena espectacular, que por lo que sabemos también la podíais ver vosotros desde allí, lo que hizo que fuera aún más especial.

Para los que no lo sabeis, para nosotros ver la luna es muy importante, es una forma de contacto directo con todos vosotros, nos orienta y nos da muchas fuerzas, además de que aquí es muy necesaria para ver un poco más por la noche. Sofía y Marta (las pequeñas de la casa, ¡las sobris!) buscan la luna todos los días, incluso ven nuestras caras en ella, y desde aquí os invitamos a todos a buscar la luna todas las noches, si teneis la oportunidad. Todos compartimos la misma, es divertido, muy económico y eficaz porque aquí nos llegan todos los besos y saludos. ¿Por qué no creer en la magia que nos rodea?

A la mañana siguiente nuestras posaderas seguían hechas una pasa, agujetas en los brazos, dolor de espalda... pero un nuevo día nos esperaba, lleno de retos y objetivos que alcanzar. Es cierto que la forma de trabajar tchadiana no es la misma a la que estamos acostumbrados, tiene cosas buenas como el horario, la calma, la tranquilidad, el no tener un jefe insoportable... pero todas estas cosas buenas rápidamente se convierten en grandes dificultades para realizar un trabajo efectivo. La información nos llega por cuenta gotas, todo el mundo trabaja muy lento lo que paraliza también nuestro trabajo y por eso tenemos momentos de bajón, porque sabemos que podemos hacer más, pero las circunstancias no nos lo permiten, y eso frustra un poco. Pero no os preocupéis porque son sólo momentos, rápidamente te das cuenta que estás es África, y que somos nosotros los que nos tenemos que adaptarnos a su ritmo de vida, no ellos a nuestra forma de trabajar.

Ambos hemos pasado por alguno de esos momentos, duran poco, porque en seguida hay alguien que viene y te apoya, te entienden porque ya han pasado varias veces por esa misma sensación, te inyectan una dosis de positivismo y…¡andando que es gerundio!

La verdad es que poco a poco vamos haciendo cosas, en los últimos días el trabajo se ha acelerado, nos vamos entendiendo mejor con la gente y tanto la auditoría como la redacción del proyecto de microcréditos están bastante avanzados. Esta semana ha estado especialmente dedicada a trabajar, que ya tocaba, por lo que la mayoría de las horas las hemos pasado en el despacho, y por eso quizá esta crónica sea un tanto sosa. También ha venido Carlos, que tenía varias reuniones en Laï, y hemos podido compartir las tardes con él, con Cristian, Theophile y alguno más que se apuntaba.

Otro momento muy distinto, que también es importante en nuestro día a día es el momento internet, en el despacho de Alice o en la famosa “sala de los bichos”, donde se reúne una completa variedad de fauna local, y leemos todos vuestros mensajes, uno por uno, es un placer ver que todos los días el número de visitas aumenta y desde países de todo el mundo. Y eso es lo que nos anima a seguir escribiendo y transmitiros nuestras sensaciones.

Nos toca trabajar este fin de semana en casa, dando un empujón a las reformas que quedan. Para intentar minimizar el calor, que cada día es un poquito mayor, van a cubrir de paja los tejados, que ahora mismo son unas laminas metálicas en las que sin duda se puede freir unos huevos, además de hacer falsos techos que aíslen un poco. Para las lluvias necesitamos hacer unos muros que eviten la entrada de agua en la casa. También hay que pintar, para dar un poco de alegría, y meterle la mano al jardín, estamos preparando un pequeño huerto.

Clementine, la mujer que nos cocina, ha tenido una semana bastante dura. El lunes nos dijo que había pasado todo el fin de semana en funerales porque ha perdido a tres familiares, entre ellos su hermana. Al día siguiente murió el marido de ésta. Aquí la muerte es más que habitual, a diario se ven numerosos grupos de personas reunidos en las entradas de las casas, compartiendo cerveza, cantando, bailando, incluso pasando la noche entera juntos, así son las ceremonias fúnebres aquí. Al transmitir nuestro pésame a Clementine, percibimos una sensación extraña, esta triste, sí, pero parece más bien resignada, no mostraba derrumbamiento, trabajó como un día más.

También vamos aprendiendo un poco más de la cultura e historia de nuestra zona. Como sabeis Laï se encuentra en la región de Tandjilé, entre medias de la zona habitada por el pueblo Sara, al sur, y el pueblo Massa, al norte. Es una zona que no ha participado en los conflictos bélicos del pasado, ni ha sido atacada por ningún otro reino o grupo. Es también una zona de transición, de paso de caravanas que van hacia el norte, especialmente por Kelo, donde está la carretera asfaltada que une el sur del país con la capital. Comprende gran diversidad de etnias distintas, por lo que se ven multitud de diferentes rasgos facciones y símbolos. El tema de las marcas en la cara también es algo que llama la atención, es una costumbre que está perdiendo fuerza pero todavía es visible, en personas mayores muy común y también en algún niño. Con el fin de diferenciarse, cada etnia tiene sus propias marcas, unos cortes en la cara que varían en forma, tamaño y posición dependiendo de cada grupo. La diversidad de etnias hace, obviamente, que las lenguas habladas sean también numerosas. Ayer mismo charlando con Doube, dueño del bar más próximo al trabajo, donde solemos pasar alguna que otra tarde, estuvimos contando unas doce lenguas diferentes y aprendiendo un poco de Kabalaye y de Ngambaye, que junto con el Gabri y el Nantchere son las más comunes en Laï, aquí va todo lo que pudimos asimilar:

¿Cómo te llamas?
Kos n’e ne mega (Femenino, Kabalaye)
Kosi ne mega (Masculino, Kabalaye)
Ri na nawa (Ngambaye)

Me llamo…
Koseng ne …. (Kabalaye)
Rim na …. (Ngambaye)

Bueno esto es todo por hoy, hasta la próxima. Lalé!!!!!

lunes, 9 de febrero de 2009

Diarios de motocicleta: Viaje a Pala

El pasado viernes, volvimos a coger las motos y emprender un nuevo viaje que siempre quedará guardado en nuestra memoria. Está vez nos íbamos a Pala, una región a 160 km de Laï donde residían otros cooperantes franceses que Alice y Jean Nicola ya les conocían. Esta vez serían 4 horas de viaje y aventura, nuevos paisajes y sensaciones y otra nueva historia que contar.

Todo empieza en la orilla del río Longone, donde nuestros amigos de las piraguas vienen corriendo en cuanto nos ven, muertos de la risa, cuando aparecen cuatro nassara con los cascos puestos, cantimplora en mano, cámaras, macutos… ¡unos auténticos guiris!. El viaje es muy divertido pero al mismo tiempo te entra una risa nerviosa por la inseguridad de ir subidos en una piragua de madera con parches de paja, con una moto, 4 pasajeros y un chaval que rema con un palo de madera, y en este caso además era sordo, así que las indicaciones que le hacíamos eran inútiles.
Lo mejor es que llegamos a pensar que lo que hablaba era un dialecto, y nosotros le seguíamos hablando hasta que vimos que… no había solución.

Comienza la ruta en la moto, el primer tramo hasta Kelo es el peor, no pasamos de 30km/hora , la carretera está llena de baches insoportables que te dejan el culo hecho una pasa, pero las vistas siguen siendo una maravilla. En una parte del camino, justo a la mitad del trayecto hasta Kelo, hay un río donde siempre están los hipopótamos, y la verdad, casi siempre los vemos como a unos 20 metros de la carretera, ¡es alucinante!

Nuestra primera parada de descanso la hacemos en Kelo, en un pequeño bar de carretera donde nos tomamos unas coca-colas bien fresquitas junto con miles de personas mirándonos como si fuésemos monos de feria, lo mejor es que nuestras caras estaban llenas de polvo y con la marca de la gafas nos hacía ser un poco más pintorescos de lo que un nassara puede ser normalmente.

El tramo de Kelo a Pala estaba muchísimo mejor, no estaba asfaltado pero no había baches por lo que podíamos ir un poco más deprisa, incluso llegamos a los… ¡50Km/hora! Fueron dos horas más de viaje, el culo ya no nos respondía pero vimos una puesta de sol increíble. La moto, el viento dándote en la cara y un sol enorme metiéndose poco a poco por el horizonte tchadiano, realmente fue una pasada.
Durante todo el trayecto estuvimos acompañados por cientos de personas que caminaban de aquí para allá. Mujeres con cosas inimaginables sobre las cabezas o que se amontonaban alrededor de los pozos de agua, niños que chillaban excitados a nuestro paso, animales de todo tipo, camiones cargados con decenas de personas encima de cientos de sacos, coches completamente desguazados que parecían romperse por segundos. Nos sorprendió también la escena de las tumbas alrededor de las casas, con los niños jugando encima.

La llegada a Pala fue muy esperada, por nosotros especialmente que estábamos empolvados, pero también por los cooperantes franceses que aguardaban a las puertas de la casa. Casa que por cierto era increíblemente buena, llevaba muchos años siendo habitada y se notaba que el paso de cada uno aportaba una mejoría importante. Tenían huerto, gallinas, espacio amplio y unos bungalows en el jardín con baño individual, ¡mucho lujo! La acogida no pudo ser mejor, buena comida, risas, cervezas, música… ¡y visita sorpresa de nuestro amigo el escorpión! Allí vivían Silvan y Jean Baptiste. El primero llevaba más de un año aquí, del cual vivió cuatro meses solo. Es ingeniero, encargado del servicio de construcción, lo mismo que Jean Nicolás pero en Pala, está muy habituado a la vida aquí y se le ve contento. Jean Baptista es fisioterapeuta y trabaja en el hospital, solucionando multitud de problemas en extremidades y malformaciones.

El sábado tuvimos la oportunidad de visitar el mercado. Pala tiene pocos más habitantes que Laï, pero se nota mayor actividad y algo más de desarrollo, si se puede llamar así. Se ven casas algo más estables, más productos en los tenderetes y más vehículos, pero la imagen sigue siendo dramática. Las impresiones del mercado os las podéis imaginar con el relato de la visita al de Laï, mucha gente, muchos olores distintos, miradas, verduras, especias, pescado pestilento, ropa, calzado y más miradas, si ya es raro ver a un nassara imaginaos lo que es ver a seis juntos. Nos dimos cuenta que nos seguía un tipo un tanto sospechoso, Silvan le abordó sin miedo, él está más que acostumbrado a estas situaciones, reprochándole que si nos pensaba robar se había equivocado, se marchó sin mayor problema.

Tras un duro paseo, Silvan y Alice nos prepararon unos exquisitos pollos asados con patatas fritas acompañados de verduras con una mayonesa de curry buenísima. Decidimos comer al aire libre en una de las cabañitas de paja que tienen junto al huerto. Música, canciones y alguna que otra felicitación (Guille muchas felicidades). Todo iba bien, hasta que de repente empezamos a oír un ruido bajo las hojas secas del jardín, ¡era una serpiente a punto de comerse un pequeño lagarto! Menos mal que los franceses estaban allí para matarla, porque nosotros salimos corriendo como unos verdaderos cobardes.

Por la tarde fuimos a una “montaña”, subidos en lo alto podíamos ver una gran explanada, típica postal africana, con bueyes levantado a lo lejos una polvareda. Esperamos a la puesta del sol y volvimos antes de que oscureciese. Después, era sábado noche, fuimos de nuevo a la “discoteca” y una vez más fue un acontecimiento.

Estaba absolutamente llena y entramos los seis, todas las miradas se centraron en nosotros y, de repente, nos dejaron una mesita libre, todo un gesto. Comenzaron los saludos, las preguntas y los agradecimientos cuando se enteraban de que éramos cooperantes. Salíamos a bailar y bailaban con nosotros, sin dejar de reir, nos lo pasamos en grande, con una sensación de bienestar que nos llenaba, al vernos ahí, en mitad de África, en medio de toda esa miseria, bailando y riendo con los lugareños.

Al día siguiente nos esperaba un duro camino a Laï, partimos de nuevo y deshicimos el camino tal y como lo habíamos empezado.

jueves, 5 de febrero de 2009

El proyecto de Carlos: la cooperativa

Carlos llegó al Chad en Octubre de 2005, tras pasar 10 años en Togo y 5 en Mozambique. Tiene una visión privilegiada del funcionamiento de los proyectos de desarrollo, con unos conocimientos que muchos teóricos desearían tener.

Se instaló en Kelo, una ciudad de unos 60.000 habitantes. En estos años al frente de su parroquia San Cyrile ha consolidado varios proyectos que ya os hemos comentado en alguna ocasión. Además de las funciones religiosas de cualquier parroquia, que cuenta con 3500 feligreses, existe ante todo un objetivo social, de mejora del bienestar de las personas, sean o no católicas ya que el acceso es libre para todo el mundo.

Proyectos realizados en Kelo

Con la financiación de diversas instituciones (Diputación Foral de Álava, Gobierno de Cantabria, Ayuntamiento de Santander y otros de la misma región, Ayuntamiento de Torrelodones) y ONG’s españolas (ADANE, Solidaridad Internacional- País Vasco) , se ha podido levantar el Centro Sociocultural que abarca una biblioteca, sala de informática, sala polivalente, sala de juegos, anfiteatro, centro de VIH, campo de deportes y letrinas, además de una escuela de primaria.

Para hacer uso de las instalaciones, aquel que lo desee se inscribe como socio y paga una cuota anual simbólica que sirve para aumentar la autofinanciación. Para que os hagáis una idea las cuotas varían entre los 250 fcf (0,38 euros), alumnos de primaria; a 1000 fcf (1,5 euros), adultos, por año. Actualmente cuenta con 231 socios.

Desarrollan multitud de actividades de distinto ámbito:

- El centro de VIH, gestionado por la hermana Mª Angeles, asesora, ayuda y realiza seguimiento de los enfermos de sida, proporcionándoles tratamientos específicos para cada caso. El registro de los enfermos es secreto, con el fin de evitar el rechazo social, y se reparten por grupos guiados por la figura de un “acompañante. Actualmente prestan servicio a 174 enfermos.

- Desarrollan un programa de alfabetización de niños huérfanos y de la calle, de entre 12 y 14 años, actualmente con 17 alumnos.

- En la sala polivalente, además de todo tipo de charlas, debates y proyecciones, que se proponen libremente por aquel que lo solicita.

- Existen además grupos de teatro y cante, divididos por edades. Ellos mismos se encargan de reunirse, proponer temas o canciones y ensayar las coreografías. Los temas son de un gran contenido social que permite la fácil asimilación de los conceptos para ellos mismos y para aquellos que les escuchan los domingos por la tarde en el anfiteatro.

- La Biblioteca cuenta con varios títulos en francés además de diccionarios y en la sala de juegos los niños tienen un lugar de esparcimiento a la vez que de aprendizaje.

- La simple construcción de las letrinas fue todo un acontecimiento en la localidad, donde la inexistencia de las mismas trae consigo numerosos problemas de higiene y salud.

El beneficio para los niños y jóvenes no se produce solamente por el mero funcionamiento de estas actividades, sino por la posibilidad de disponer de un espacio de ampliación y desarrollo de sus propias capacidades, además de un lugar permanente de apoyo. Se busca siempre la auto-organización y que ellos mismos se busquen sus propios recursos, siendo cada uno responsable de sus propias actividades. Así, los más jóvenes desarrollan tareas de pequeño comercio a partir de una pequeña ayuda inicial, mientras que los más mayores se dedican a tareas agrícolas. El centro socio cultural es un lugar de diversión, aprendizaje, liberación, desarrollo de capacidades, incluso cuando hay alguna actividad, se reúnen los chavales a comer.

Estos grupos son, por tanto, autónomos. Poseen sus propias estructuras y se reúnen entre ellos, para después hacerlo también con el Consejo de la Parroquia. A si mismo son independientes a la hora de obtener recursos, no existe subvención directa.

Además de todas estas actividades, otro de los pilares importantes del proyecto es la Escuela Primaria. En ella 253 alumnos de 5 a 14 años, divididos en 5 cursos, siguen el sistema educativo oficial, basado en el sistema francés. Cuentan con 6 profesores formados en la Escuela de Magisterio, uno por curso y otro más para una clase de recuperación para aquellos alumnos que requieren una atención especial. El tema de la formación es importante para Carlos, 3 de los profesores han sido formados gracias a que él mismo ha puesto el dinero necesario, personal y de las ayudas que recibe, y dos más están formándose en estos momentos. La matrícula son 5000 fcf al año, poco más de 7 euros, y buena parte de la gestión la realiza la asociación de padres.

Sus impresiones de la labor desarrollada hasta este momento son diversas. Por un lado es evidente el profundo beneficio para la sociedad de Kelo, mejorando el bienestar de todo aquel que tiene la suerte de toparse con Carlos. Pero el trabajo aquí es lento y se hace difícil la ampliación de actividades, más aún cuando se tiene dependencia de las subvenciones, más bien de la financiación exterior de ADANE y otras ONG’s amigas, como Ecos del Sur, amigos diversos, pequeñas parroquias españolas, aportaciones individuales…

Por ello su objetivo actual es la consolidación de lo ya realizado y obtener la autonomía financiera, mediante una buena gestión, una disminución de los gastos y un aumento de ingresos.

La Cooperativa

Con el objetivo de mejorar el bienestar a través de la mejora de ingresos, se ha diseñado un sistema de grupos dentro de una cooperativa común. Se pretende realizar agrupaciones dentro de las comunidades, que desarrollen una actividad productiva que ellos consideren más adecuada para su zona, y que juntas formen una cooperativa, la parroquia. El objetivo final es la cobertura de las necesidades básicas y el refuerzo del tejido asociativo.

El asesoramiento, financiación inicial, seguimiento y organización se realiza desde la parroquia, de manera que el beneficio neto obtenido se reparte en un 50% para el grupo y un 50% para la cooperativa, una vez cubiertos los gastos y amortizaciones correspondientes, previstas para recuperar el total en cinco años. Cada grupo es responsable de cuidar y gestionar su actividad, ocupándose de obtener los beneficios adecuados. Los miembros de los grupos no ponen dinero, ponen trabajo y gestión.
Se pretende iniciar con 26 grupos, que puedan desarrollar diversas actividades, de manera única o simultánea: stock de cereal; cultivo de mijo, cacahuete o frutales; compra de carro de bueyes, molinos, carretas y arados; actividades de costura; fabricación de ladrillos; cría de cerdos y bueyes.

Son grupos pequeños que tienen elementos comunes, ya sean étnicos o de objetivo, escogiendo el nombre del grupo en su propia lengua. Ya están configurados 10 grupos de la etnia Marba, 10 Zimés, 4 Lelés y 2 grupos mixtos, exclusivamente de mujeres

Los grupos se reúnen en asamblea, tomando las decisiones de la cooperativa en común y eligiendo a sus representantes. Con ello no solo se potencia la mejoría de las diversas etnias sino también la participación común e interacción entre las mismas.
Orientado a los grupos mixtos, se ha comenzado un programa de microcréditos para actividades de comercio diverso, que les permite ampliar sus ingresos semanales y desarrollar sus pequeños negocios.

Actualmente funcionan 13 grupos que se dedican a stock de cereal, comprando el grano cuando está barato para venderlo cuando sube el precio, sobre el mes de mayo. De esos 13 grupos, 5 se dedican exclusivamente a esta actividad mientras que el resto realiza más actividades.

Tres grupos han invertido en la compra de carro de bueyes y arado, cuidando a los animales y alquilándolo a quien lo solicite. Se han plantado 273 árboles frutales, actividad que se amplía progresivamente, además del taller de costura y la fabricación de ladrillos.

A día de hoy, participan 979 personas, de las cuales 672 son mujeres, pero el beneficio de la actividad es ampliable a muchas si consideramos el aumento del bienestar dada la mejora de los ingresos familiares.
El objetivo que se pretende alcanzar en esta primera etapa es: cultivo de 25 hectáreas de cereal y leguminosa, stock de unos 1.400 sacos (100Kg por saco), plantación de 420 frutales, fabricación de 160.000 ladrillos, cría de 22 cerdos y 20 terneros, y fabricación de uniformes escolares y otras prendas en el taller de costura.

Obviamente, para iniciar el proyecto es necesario un volumen de recursos previos, que haga factible la inversión inicial en las diversas actividades elegidas. A partir de ahí, la gestión de las labores generará unos beneficios que, además de cubrir costes, permitirán el crecimiento de los fondos de la cooperativa con el fin de poder ampliar las funciones de financiación de futuros grupos que se añadan. El objetivo de Carlos es siempre la autosuficiencia financiera, de manera que se minimice la dependencia de recursos externos.

La actividad ha comenzado con dinero de ADANE, con el fin de ir viendo fallos, reajustes, capacidad de organización… El proyecto definitivo se va a presentar este mismo año para poder financiación externa. Se prevén necesarios unos 150.000 euros para alcanzar los objetivos propuestos, una vez iniciado, la autogeneración de beneficios hará el resto.

Sorprende ver como con tan poco dinero se puede cambiar directamente la vida a tantas personas, que ven mejoradas inmediatamente sus tareas productivas e, indirectamente, a otras muchas más que dependen de la mejora de los ingresos familiares. Sorprende ver también la dificultad de obtener esos recursos, que se despilfarran a diario en nuestro entorno.

Dogou, Cristian y la cooperativa


Cristian es el párroco de Dogou, una localidad situada a 15 kilómetros de Kelo en dirección Noroeste. Es la otra mitad de Carlos, amigos, compañeros y colaboradores en todo aquello que sea necesario. A partir del modelo iniciado en Kelo, se pretende reproducirlo del mismo modo en Dogou. Está en proceso concluir la construcción del centro cultural, en donde ya se ha terminado la biblioteca e iniciado las obras de la sala polivalente, campo de deporte y letrinas.

Del mismo modo se pretende reproducir la idea de los grupos de trabajo, con el objetivo de expandir los beneficios de este sistema organizativo a la población de otras localidades.

Se han constiuido 13 grupos, que ya han escogido su nombre, actividad y representante. Las actividades que se van a desarrollar son: cultivo de cereal y leguminosa, stock de grano y puesta en funcionamiento de tres molinos, además de la adaptación de un terreno para la plantación de frutales.

Para ello se hace necesaria la obtención de financiación exterior que permita arrancar la actividad que, no olvidemos, es autogeneradora de beneficos, de manera que se reduce progresivamente esa dependencia hasta desaparecer.


Ambos proyectos se presentarán este año a diversas instituciones para la obtención de financiación externa. Pero cualquier ayuda es bienvenida, para cualquier aportación que se desee hacer, contactar con Amigos por el Desarrollo del África Negra (ADANE, www.adane.org)

martes, 3 de febrero de 2009

Fin de semana en Kelo

Hemos vuelto de Kelo y estamos de nuevo en Laï. El viaje fue una completa aventura. Creo que una crónica anterior os dijimos que estábamos a 30 kilómetros, nos equivocamos, son 60. El problema es que al ser todo por caminos y en moto, por tanto la velocidad es más bien lenta, se convierte en unas dos horas, durante las cuales el polvo que uno traga es contundente.

Salimos el viernes al medio día. Una moto la conducía Jean, el técnico de radio Effata, la otra Jean Nicolas, nuestro amigo francés. La primera experiencia nueva fue cruzar el Longone en una de esas “piraguas” con la moto incluida, la verdad es que son mucho más estables y seguras de lo que puede parecer, más complicado fue desembarcar la moto. El viaje fue toda una experiencia, pasamos por multitud de poblados diversos, algunas ciudades como Bere, donde hicimos un descanso para beber algo que limpiase nuestras gargantas. Nuestro paso era todo un acontecimiento, multitud de niños salían a saludar, mientras mayores miraban con cara de extrañeza.
En el camino se sucedían los baches, las personas andando, carros de bueyes, incluso algún coche que ampliaba la polvareda que tenías delante.


Al fin llegamos a kelo, con los traseros doloridos de tanto sube baja, y allí estaba Carlos, tan genuino como siempre. Volvió de nuevo a acogernos como si fuesemos sus hijos, colocándose una cama en el saloncito de su apartamento y cediéndonos a nosotros su cama. Echábamos de menos a todas esas arañitas que él cuida con tanto cariño, aquí pueden salvarte de más de un paludismo.

El sábado la parroquia fue un contínuo ir y venir de gente, como siempre, unos le pedían esto, otros aquello, problemas, grupos, niños jugando. Este fin de semana era la fiesta de “la infancia misionera”, y por eso los niños preparaban sus obras de teatro, sus canciones reivindicativas hechas por ellos mismos,sobre los temas que más dañan a la población, como la bebida, la mala organización, corrupción, la necesidad de salir adelante juntos… y siempre acompañadas de una coreografía específica a cada tema. Nos emocionó especialmente una que hablaba del derecho de los niños a ser felices, a no ser explotados, a no ser maltratados por sus padres, a tener una infancia digna.

Nos impactaron los métodos de gestión de los grupos, que una vez ofrecido el espacio y establecidas unas pautas, hay vía libre para que los chavales gestionen ellos mismos sus actividades, ingeniándoselas para obtener los recursos. Estamos preparando una extensa información sobre su nuevo proyecto, una cooperativa formada por diversos grupos, los cuáles elijen sus actividades (cultivo de frutales, molino, carro de bueyes, stock de grano...) que tienen que sacar adelante para obtener unos beneficios que más tarde se reparten entre la cooperativa y los miembros del grupo, en cuanto podamos os daremos toda la información.

La tarde del sábado fue muy entretenida, tanto para nosotros como para los pequeños, porque la atracción de ver a dos “petites nassara” bailando y cantando con ellos hacía diferente aquellos ensayos. Al rato nos fuimos “a ver a los enfermos”, más conocido en España como ir de cañas. Llamamos a los trabajadores de la Radio Efata para que se vinieran un rato con nosotros después de un día de mucho trabajo, además la moto que Alice nos había prestado se había pinchado por segunda vez y debíamos de arreglarla en un taller de la zona.

Tras terminar la visita, regresamos otra vez a Chez Carlos (Casa Carlos) para preparar algo de cenar. Con una pizca de imaginación, nos hicimos unos huevos fritos con atún y sardinas y de postre, turrón de Jijona. Las noches con Carlos son muy amenas, es un hombre singular que tiene infinidad de cosas que enseñar y las horas a su lado son fugaces. Lleva muchos años dedicads al desarrollo, sabe lo que hace, y a conocido de primera mano realidades tremendamente duras.

El domingo nos presentaron oficialmente a la comunidad, nos os podeis ni imaginar lo que fue levantarnos delante de cientas de personas que no nos quitaban los ojos de encima. Cuando lo dijeron en francés se levantó un murmullo, cuando lo tradujeron a la lengua que correspondía, se levantó un estruendo. Además tuvimos la primera ocasión de probar el manjar local, la bola. Humbert, el animador de la BELACD de Kelo, del que ya os hemos hablado en más de una ocasión, apareció con la mujer que, ademas de portar al niño de dos meses atado a la espalda, llevaba un plato con la típica calabaza serigrafiada. Debajo se escondía una bola hecha, en este caso, con harina de maíz y una salsa de carne de cerdo, unas hojas de una planta silvestre habitual y algo de cacahuete. La primera impresión no fue muy buena, parecía una guarrería dificilmente comestible, nos equivocamos, estaba delicioso e incluso llegamos a repetir.(mañana ponemos las fotos)

Durante la tarde comenzarón los conciertos, increible ver a 20 niños cantar y bailar al ritmo de la batería de latas. De vez en cuando representaban las pequeñas escenas teatrales que ellos mismos habían preparado, las risas no se callaban mostrando una felicidad envidiable. Incluso le dedicaban una canción a Carlos que emocionaba, agradeciéndole todo lo que hace por ellos. También nos impactó cómo vestían orgullosos camisetas donadas desde España, que hacen las veces de uniforme común, no os perdais las fotos. Las madres subían bailando al escenario para poner en la frente de los niños monedas, dinero que sirve para autofinanciarse.

Tuvimos a oportunidad de ver una caravana de militares, coches con muchos siniestros armados subidos encima. Resulta que al Gobierno se le ha ocurrido la genial idea de prohibir el carbón evitar la contaminación, ahora resulta que lo más urgente el Chad es combatir el cambio climático, pero no hay otro medio para cocinar, se prohibe sin ofrecer alternativas. Los controles más férreos están en N´djamena, donde se registran los hogares e incluso se comienza a ver cocinar con zapatillas.

El lunes regresamos a Laï, con el simpactico de Cristian (también os hablamos de él) que transmite una contagiosa alegría y vitalidad. Al llegar nuestros compañeros nos habían preparado la “fiesta del crep”, que resulta ser un día especial en Francia, con huevo y jamón, nocilla y plátano, azúcar y limón....para que luego no os creais que comemos mejor que allí.

En el próximo capítulo, el proyecto de Carlos : la cooperativa.