Hacía tiempo que queríamos conocer Donomanga, y aunque no está muy lejos, aún no se había dado la oportunidad. Como teníamos 5 días de vacaciones, decidimos que era el momento de pasarlos junto Bety y Juanita, dos hermanas mexicanas de las que sólo podemos decir maravillas, son dos personas fundamentales para nosotros aquí, que transmiten una alegría y un cariño muy grande, que te enseñan muchas cosas y que desde el primer momento sabes que nunca te podrás olvidar de ellas.
Como la carretera es un poco complicada para ir en moto, y más ahora que han comenzado las lluvias, Bety se ofreció para llevarnos en coche junto a los profesores de la escuela que venía de un curso de formación que se había impartido en Laï los días anteriores. El coche lleno de gente, tres en la parte de delante, tres atrás y unas 4 personas en la bañera del pick-up. El camino no se nos hizo largo, a medida que nos íbamos acercando a Donomanga el paisaje iba siendo más frondoso, verde y salvaje.
En el trayecto nos encontramos varios coches cargados de personas que venían de diferentes lugares que iban también a Donomanga, el motivo es que había muerto uno de los jefes Gulays, etnia mayoritaria en esa zona, y también se celebraba el aniversario de la muerte de su padre. Las familias dominantes tienen mucho poder, son jefes de la etnia y, en este caso, descendientes directos del rey Gulay que sometió hace no muchos años a varias etnias vecinas, extendiendo su poder a lo largo grandes terrenos.
Donomanga, que significa “fuerza del desierto”, es una pequeña ciudad aislada del resto de “grandes” como Laï, Doba o Sarh. Esta zona está habitada por tres etnias los Gulay, los Gabri y los Ndam, aunque los primeros han sometido históricamente a los otros. Es una zona menos desarrollada que Laï, por ejemplo, más agrícola, con mayor peso de las tradiciones, dónde vimos aquella vez los rituales de iniciación. En el mercado hay muy pocos productos, prácticamente nada, y los mercados son siempre buenos indicadores del nivel de desarrollo de una zona, al menos desde el punto de vista comercial.
La llegada a la casa, donde viven Bety y Juanita junto con María y Chali, también mexicanas, fue muy acogedora. Nada más entrar, viene a recibirte Modu, un antílope que acogieron cuando era una cría y que está domesticado. Nos habían preparado una habitación como si fuera un hotel, unas tortitas con frijoles y unos tacos exquisitos para darnos la bienvenida. La verdad es que nos hicieron sentirnos como en nuestra propia casa. Esa misma noche, las hermanas enfermeras del hospital de Donomanga, también nos habían preparado una pequeña fiesta en su casa con música latina, comida variada, postres, unas cuantas cervecitas... La colonia hispana estaba al completo. Al día siguiente, cuando nos despertamos, la dulce voz de Bety nos llamó para desayunar; “¡buenos días corazones!, aquí tenéis unas tortitas para desayunar, pan recién hecho, café, mermelada casera..”. ¡un auténtico desayuno!.
El plan de la mañana era ir con Juanita a una de sus reuniones en una pequeña aldea llamada Kimre, pero antes de empezar a prepararnos para salir, escuchamos un griterío que provenía del cementerio (se nos había olvidado decir que Bety y Juanita viven al lado del cementerio). Era la ceremonia del sacrificio, que iban a hacer en las tumbas de los jefes gulays que habían muerto, una día de recuerdo de las personas que ya fallecidas, se limpian las tumbas, se ponen flores, fotos…algo parecido a lo que se suele celebrar en otros países, pero con la peculiaridad de que se sacrifican animales, normalmente pollos, y se esparce su sangre alrededor de las tumbas para espantar a los malos espíritus. Además no se hace de modo multitudinario sino a nivel individual, un año después de la muerte de la persona, y dura unos tres días, durante los cuales, familiares, amigos y vecinos pasan juntos muchas horas con comida, bebida y bailes. Cuando alguien muere también se ofrecen sacrificios para descubrir quién lo mató ya que la muerte no es todavía concebida como un fenómeno natural, siempre se busca un culpable, lo se presta muchas veces para vengarse de alguien. Si no se puede explicar la muerte por motivos médicos, la mayoría de las veces porque éstos son limitados, se dice que ha muerto por brujería, caso en el que la asistencia a la ceremonia fúnebre es obligatoria si no deseas ser acusado.
Salimos corriendo al jardín, una gran multitud, el difunto ya hemos dicho que era alguien importante, llegaba al cementerio entre cantos y bailes liderados por los “brujos” vestidos con unas máscaras y unos trajes de paja. Ellos se encargaban de llevar a las personas hacía las tumbas al ritmo de la música del tam-tam, de palmadas y de los gritos de las mujeres más conocidos como “yuyuyu”. Un autentico espectáculo chadiano que nunca podremos olvidar.
Al día siguiente, acompañamos a Bety y a Juanita a un “asunto diplomático”, había que ir a dar el pésame al jefe gulay, el aniversario de la muerte de su padre había coincidido con el fallecimiento hace unos días de uno de sus hermanos. Para nosotros supuso una oportunidad increíble, conocer al líder de una etnia. Llegamos a usa casa, una gran casa de ladrillo, a los alrededores se amontaba personas de todo tipo, muchos de ellos con una camiseta con la foto del padre. El anfitrión para agradecer la asistencia de todos, les da de comer, por lo que es habitual que estos encuentros sean multitudinarios. Además, el no asistir puede suponer graves problemas sociales y dar a entender que has tenido algún tipo de relación con la muerte de la persona.
Tras hablar con los distintos guardianes, salió a recibirnos una persona (su asistente o algo parecido) que nos acomodó en un gran salón, con sillones de cuero blanco, suelos con mosaicos de colores y muebles increíbles. Las paredes estaban llenas de fotos enmarcadas, del presidente del Tchad, del ejército y de visitas de políticos nassaras. Nos llamó la atención lo oscuro que estaba todo. Al poco rato salió el jefe, un hombre de gran talla, vestido de blanco hasta los pies. Compartidos unas palabras intranscendentales, unos apretones de manos y fuimos a dar el pésame a la segunda personalidad, Madame Virgo, hermana del fallecido y del actual jefe, que ocupa un importante cargo en Mondou, capital económica del Tchad. Se alojaba en una casa distinta, también rodeada de personas que bailaban, cantaban y bebían alrededor del gran árbol de la entrada. Estaba en una gran silla, acorde con sus desproporcionadas dimensiones (aquí la obesidad es signo de riqueza, muestra que puedes comer, y cuanto más rellena más deseada es la mujer) elevada sobre un bordillo de cemento y rodeada de mujeres sentadas a ras de suelo sobre esterillas de paja, que le hacían todo tipo de reverencias y halagos. Nos permitieron sentarnos frente a ella, en sillas, y darle el pésame de frente, cosa impensable para el resto, que se amontonaban a los lados o detrás de su “trono”. Con un torrente de voz atronador nos dio mil y una veces las gracias por nuestra visita.
Aquella noche, Juanita se puso al mando de la parrilla y empezó a asar un montón de filetes que habías cortado y macerado por la tarde. Hicimos una gran cena, hacía tiempo que no le hincábamos el diente a un filete ¡qué maravilla! Carne, bollos, pasteles… Al terminar nos pusimos alrededor del ordenador para ver una película que a ellas les tocaba especialmente “Caminantes”. “Hay muchas y diferentes formas. Se puede caminar mirando al cielo, hay quienes caminan haciendo equilibrio, otros dando saltos,(…) se puede también caminar como el caracol, despacio, pero que sabe que lo importante es caminar.”
Hospital St. Michel
La primera visión cuando llegas un hospital, que ya os hemos descrito en alguna ocasión, es impactante. Mucha gente sentada en una gran explanada bajo la sombra de los árboles, son los familiares de los enfermos que, durante todo el periodo de su estancia, viven allí, cocinándoles y dándoles todo el cariño posible, quedándose hasta más de cuatro meses viviendo ahí. Ya os comentamos la importancia del hospital en la ciudad y la zona del alrededor, se decidió esa ubicación por la escasez de recursos sanitarios, y son muchas las personas que se desplazan hasta Donomanga durante muchos kilómetros. Hasta allí llegan numerosos “bororós”, una etnia nómada que recorre los caminos en caravanas sentados sobre sus burros, las mujeres, de tremenda belleza, tienen obsesión por la decoración corporal, pendientes, collares, tintes, vestidos preciosos…
El hospital se inauguró hace tres años. Tiene una gran extensión de terreno y varias construcciones: pabellón de oficinas y gerencia, consultas, quirófano, enfermedades contagiosas, medicina general y cirugía, maternidad y pediatría. Cuentan con una plantilla de 37 trabajadores: 1 médico, 1 matrona, 11 enfermeras, 8 auxiliares de sala, además de personal de mantenimiento, lavandería, chófer, guardianes, etc. La capacidad oficial de hospitalización es de 85 camas, aunque muchas veces son cerca de 100 pacientes los que se encuentran y deben de recurrir a esterillas para poder atender a todos ellos.
Visitamos una a una las diferentes salas, con la compañía de Silvia, Aurelia, Eve… (perdonad pero en este momento no nos acordamos de los nombres de todas) las hermanas que trabajan ahí, haciendo más de médicos que de enfermeras. De hecho uno de los principales problemas es precisamente la escasez de médicos. El actual, que además tiene que hacerse cargo de la cirugía, es del Estado chadiano y, según nos contaban, es muy buen médico pero habitualmente desbordado por gran número de pacientes. A menudo cuentan con la ayuda de médicos extranjeros que vienen a pasar una temporada o a centrarse en patologías concretas, como es el caso de los oftalmólogos zaragozanos de IluminaÁfrica.
La mayoría de los chadianos recurren a la medicina tradicional para curarse de sus enfermedades, incluso a la brujería, por lo que la gran parte de los pacientes que acuden al hospital son casos bastante graves que los “métodos caseros” no han podido solucionar, incluso hay personas que llegan con graves consecuencias debido a estos tratamientos. Es relativamente fácil encontrar medicamentos en los mercados, pero más probable aún es que no estén debidamente conservados, haciendo cierta más que nunca la expresión “peor el remedio que la enfermedad”.
La visitita comenzó en el pabellón de medicina general y cirugía, donde hay 3 grandes habitaciones, con unas diez camas en cada una de ellas, casi todas estaban ocupadas. Entrábamos, saludábamos y ellos nos respondían con un sutil gesto con caras de agradecimiento, pensando que por el hecho de ser nassara éramos médicos que veníamos a ayudar.
El último de los pabellones era el de enfermedades contagiosas, donde se encuentran los enfermos de tuberculosis, en una habitación estaban los hombres, en otra las mujeres y niños y en otra los pacientes que se han hecho la prueba una vez y están a la espera de los resultados de la segunda para saber si deberán quedarse los dos meses que tienen que estar en el hospital hasta superar la fase contagiosa de la enfermedad. Nos comentaron que hacían falta camas para esta sala, que contaban sólo con 18 y que en ese momento había 20 enfermos.
Otro de los aspectos que nos pareció importante fue el hecho de hacer pagar a los pacientes. El pago es mínimo, por ejemplo, 18.000 francos (unos 25 euros) por cirugía y todos los cuidados y curas posteriores tanto tiempo como sea necesario, pero es absolutamente imprescindible. No solo para combatir el concepto de dependencia y ayuda, que no entraremos a debatir en este momento para no hacer la crónica todavía más larga, sobre todo para que se valore el servicio y no se produzca un abuso por parte de la población acudiendo cuando no es necesario colapsando las instalaciones.
A pesar de todas las dificultades con las que trabajan, el hospital funciona muy bien y el trabajo es excelente, y ello es posible gracias a la financiación exterior y al trabajo continuo de todos los que están allí. Las hermanas viven en el recinto del hospital, pendientes 24 horas de cualquier urgencia que pueda surgir. La gente está muy agradecida y contenta con el hospital, importantísimo para la población de Donomanga y de alrededores.
La escuela de Donomanga: ECA Juan Bosco
La escuela de Donomanga fue otro de los proyectos que tuvimos la oportunidad de visitar. Fue creada en 2001, comenzando con unas simples estructuras de paja, tal y como son aquí las escuelas. Con mucho esfuerzo, gracias a donaciones privadas y ayudas de ONG’s se ha ido mejorando poco a poco y, a día de hoy cuentan con construcciones decentes, que acogen a 325 alumnos repartidos en 6 cursos de primaria y uno de preescolar. Cuentan con 7 profesores y una directora, actualmente es María y dentro de unos meses lo será Bety. El funcionamiento general es similar al de otras escuelas que ya hemos comentado, como la Escuela Esperanza de Kelo (financiada por ADANE): aceptación de cualquier tipo de creencia religiosa o etnia y pago de matrícula, más bien simbólica, para el propio mantenimiento de la escuela. Aquí cabría de nuevo el debate de ayuda humanitaria, dependencia, etc, pero es importante que la gente participe con los proyectos, que no sean regalos sin más. También es cierto que, por muy pequeño que sea el pago, se puede producir la exclusión de los sectores más pobres dentro de los pobres. Por ello, desde las Cajas de Ahorro y Crédito, entre los distintas modalidades de crédito, estamos preparando el crédito escolar, que incidirá notablemente en el acceso a la educación de todos los niños.

No solo se centran en aspectos de la educación convencional, también en cuestiones sociales, como lavado de alimentos, higiene, cuidado personal, alimentación…Ya sabemos todos la importancia de la educación. Además se ha construido un pozo de agua, se está preparando el terreno para unas pequeñas huertas y se ha puesto en marcha un proyecto de una importancia crucial.
Hemos hablado en varias ocasiones de la dificultad de movilidad que existe. Los niños de varias aldeas de alrededor caminan muchos kilómetros muy temprano por la mañana para llegar a la escuela, algunos más de 10. Salen de casa muy temprano para poder llegar puntuales a las clases, que comienzan a las 7 de la mañana, con un desgaste físico importante. Por ello se puso en marcha un proyecto de desayunos, que no solo les repone del esfuerzo, sino que complementa su deficiente alimentación habitual. El desayuno consiste en una especie de papilla de varios cereales, cacahuetes…y un día a la semana de leche con arroz. Es financiada en la mayor parte por la ONG Donomanga, pero los padres también contribuyen aportando cereal. El resultado ha sido una mejora importante en la salud de los niños y en el ambiente escolar.

Sin embargo, se enfrentan a un problema importante y nos han pedido ayuda. Como hemos dicho la escuela ha sido construida poco a poco, a partir de pequeñas ayudas, y ha día de hoy falta la construcción de un muro que cierre el recinto. A partir de la construcción del pozo y la puesta en marcha del sistema de desayunos son muchas las personas que entran en la escuela para coger agua y comida, quitándosela a los niños. Lógicamente, es imposible dar de comer a todos, y el proyecto está centrado en los alumnos. Las aportaciones de los padres y las ayudas recibidas no son suficientes todavía para construir el muro, se tarda mucho en recaudar el dinero necesario (es increíble lo barato que es el terreno en Tchad y lo caro que es la construcción, sobre todo por los costes de importación de materiales) y la necesidad es urgente. Por eso, utilizando esta plataforma, queremos animar, una vez más, a participar en estos proyectos, que hemos conocido de primera mano.
¡Ayudanos a construir el muro!