Después de seis meses de vivencias, aventuras, amistades, viajes… llegó el final. No nos podíamos creer que nuestra vida allí había acabado. Varias semanas antes comenzaron las despedidas, pero las de los últimos días fueron las más duras, Bety, Juanita, las hermanas de Laï, que se pusieron al final del puente para parar el coche en el que íbamos a N´Djamena entre gritos y aplausos para despedirnos, y sobretodo la despedida de Alice, que vino a la capital con nosotros para acompañarnos en los momentos más difíciles de toda esta experiencia.
Ahí quedan un montón de anécdotas y de historias, que nunca podremos olvidar. Ahora nuestras vidas están en Madrid, con nuevos proyectos que seguro que nos van a aportar muchas cosas, pero un cachito de nuestro corazón se quedará en África para siempre.
Ha habido momentos buenos y malos, unos más difíciles que otros, pero nunca nos hemos planteado irnos, ni el porqué de estar allí. Hemos aprendido día a día, minuto a minuto, y nos hemos sentido apoyados continuamente, tanto por la gente de allí que nos han arropado y cuidado en todo momento, como por nuestros familiares, amigos, conocidos y desconocidos que habéis estado al otro lado del blog. Sólo queremos deciros GRACIAS, gracias por formar parte de nuestra experiencia, por apoyarnos y darnos fuerzas en los momentos más difíciles, por eso y muchas cosas más, GRACIAS.
Nuestra historia termina, pero la vida del resto de personas que siguen ayudando, cooperando y dejando todo por los demás continua, como nuestros amigos Javi y Sara, que comienzan su propia aventura en Laï a partir de octubre. Seguirán contando nuevas historias y proyectos, que en muchos de los casos nos serán muy familiares. Nosotros cambiaremos de plano, ahora estaremos al otro lado del blog, apoyándoles como habéis hecho vosotros durante todo este tiempo.
Gracias de todo corazón
Hasta siempre Chad
Mariu y Manu
jueves, 23 de julio de 2009
jueves, 2 de julio de 2009
Última semana en Laï
De nuevo tenemos que comenzar haciendo referencia a las lluvias. Tras unas semanas que parecían dar el inicio a la estación húmeda vuelve de nuevo el calor, el cielo despejado y los cultivos que habían empezado a brotar comienzan a secarse. Los mercados siguen vacíos, apenas unos pimientos y alguna verdura, los precios continúan su escalada. La construcción del puente facilita la llegada de más comerciantes que vienen de otras ciudades que, por su proximidad con la frontera de Camerún, tienen los mercados mejor abastecidos. Pero poca cosa y muy cara.
El puente está cambiando poco a poco la vida de la ciudad. Se nota en los desplazamientos, que no están sujetos a los horarios del bac, algo en el comercio, pero también se dice que está aumentando la inseguridad. Lo que era una ciudad incomunicada se ha convertido ahora en accesible a cualquier hora. De todas formas son mucho más los beneficios positivos que los negativos.
Suele ser habitual que se nos acerquen personas con diferentes problemas, que ven en los nassara una posible solución. La puerta de nuestra casa suena a menudo, unas veces son los vecinos que piden agua, otra algún niño quiere comida o solamente un globo, algún artesano, unos jóvenes que piden dinero, otros que buscan trabajo, y muchos vienen a contarte cosas de todo tipo, El otro día precisamente un hombre buscaba trabajo y acudió a Alice, creyendo que ella le podría contratar. Decía que había venido desde N’Djamena para buscarla, ella le dijo que no le podía ofrecer ningún trabajo, que no tenía esa “capacidad”, pero el hombre insistía y se quedaba todo el día en la puerta de casa. Los vecinos se empezaron a preocupar por tener a un desconocido ahí esperando y decidieron llamar al “jefe de manzana”. A parte de los habituales cargos de poder (gobernador, alcalde, concejales…) hay un jefe de barrio y, dentro de él, distintos jefes de “manzana”, a los que se acude con los problemas más pintorescos. El hombre, mayor y con dificultades para andar, se fue acercando poco a poco mientras que los vecinos, que se habían agolpado alrededor del extraño, guardaban silencio. Se acercó hasta él, le observó con cuidado y sentenció con firmeza “Este hombre no es de esta manzana”. Interiormente nosotros pensamos “eso ya lo sabíamos”, pero la sentencia del jefe fue suficiente para desatar el griterío entre la gente. El hombre no tuvo más remedio que marcharse y no volver.
La matanza de la cabra
Uno de los platos típicos aquí es la cabra rellena. Es un plato especial, caro, reservado para eventos muy especiales o gente importante. Hace unos días estuvimos hablando con Naitcha, un constructor chadiano, sobre nuestro horno, cómo lo habíamos construido, las pizzas… “¿Qué no habéis hecho todavía una cabra? Yo la pongo, vosotros hacéis el resto”. Lo que tomamos en un principio como una broma fue volviéndose serio cuando llaman a la puerta dos de sus hijos que traían la cabra viva. Que viniesen comensales no fue difícil, teníamos aún compromisos pendientes con muchos chadianos que todavía no habíamos invitado. El problema era quién la iba a cocinar y, antes que eso, quien era capaz de matarla.
Conseguimos un cocinero, un auténtico especialista, que es el encargado de prepararla habitualmente cuando hay una comida importante. El cogió el cuchillo, nosotros la cámara de video, y comenzó un espectáculo dantesco. Había que degollar al pobre animal, desangrarlo, vaciarlo por dentro, limpiarlo, en fin, os podéis imaginar. Él estaba sorprendido de nuestra reacción, pero más se sorprendió cuando le dijimos que en nuestro país se compran los animales muertos. El dueño de la cabra nos pidió quedarse con la cabeza y las patas, lo que supuso el enfado del cocinero, ya que son piezas reservadas a la persona que mata al animal. Le dijimos que era un regalo, que no habíamos pagado por ella, y le ofrecimos quedarse con los interiores, lo que le pareció un buen trato. A los vecinos, que se agolpaban expectantes en la puerta, les dimos la sangre que comen frita, como la morcilla. Habíamos visto más de una vez a pollos corretear antes de que nos lo comiésemos, pero la cabra fue impactante, el jardín se puso fino.
La preparación del exquisito plato es compleja, no solo por todo lo que supone la matanza de la cabra. Una vez vaciada y bien limpiada de sangre, se prepara un cuscús con verduras y salsa de tomate y se mete en el interior. El exterior se cubre de mostaza mezclada también con salsa de tomate y aceite. El horno, calentado durante tres horas, tiene que estar a la temperatura correcta, lo que nos fácil conseguir con leña. Y luego está el asunto de girar constantemente el animal para que haga bien por todos lados, imaginaos girar una cabra entera. Tras mucho sudar y sufrir durante más de 5 horas, quedo estupenda, deliciosa. Comimos los once presentes hasta la saciedad y la terminaron los vecinos al día siguiente. En fin, toda una aventura.
La cena fue prácticamente una despedida. El trabajo ya ha terminado oficialmente y el próximo fin de semana nos vamos a Donomanga y aprovecharemos para visitar Doba, la ciudad del petróleo. El día 8 ya nos vamos a N`djamena, con el coche que va ese día, y nos quedaremos unos días visitando la capital. El final se acerca y las sensaciones nos inundan. Por un lado la alegría de volver a casa, de volver a veros, pero por otro la pena de marcharnos. Son muchas las cosas que hemos aprendido en nuestra estancia, muchas lecciones. Nos llevamos el cariño de la gente de aquí, pero también de la de allí. Gracias a todos los que nos habéis seguido día a día, mandado mails, dejando vuestros comentarios. La verdad es que alucinamos cada vez que vemos el contador de visitas del blog, que empezó siendo un medio para tranquilizar a la familia y amigos. Esperamos que haya servido para acercaros un trocito de realidad, de la realidad de un país, poniendo rostro a tanta estadística.
Bueno ya habrá otra ocasión para hacer una despedida seria.
El puente está cambiando poco a poco la vida de la ciudad. Se nota en los desplazamientos, que no están sujetos a los horarios del bac, algo en el comercio, pero también se dice que está aumentando la inseguridad. Lo que era una ciudad incomunicada se ha convertido ahora en accesible a cualquier hora. De todas formas son mucho más los beneficios positivos que los negativos.
Suele ser habitual que se nos acerquen personas con diferentes problemas, que ven en los nassara una posible solución. La puerta de nuestra casa suena a menudo, unas veces son los vecinos que piden agua, otra algún niño quiere comida o solamente un globo, algún artesano, unos jóvenes que piden dinero, otros que buscan trabajo, y muchos vienen a contarte cosas de todo tipo, El otro día precisamente un hombre buscaba trabajo y acudió a Alice, creyendo que ella le podría contratar. Decía que había venido desde N’Djamena para buscarla, ella le dijo que no le podía ofrecer ningún trabajo, que no tenía esa “capacidad”, pero el hombre insistía y se quedaba todo el día en la puerta de casa. Los vecinos se empezaron a preocupar por tener a un desconocido ahí esperando y decidieron llamar al “jefe de manzana”. A parte de los habituales cargos de poder (gobernador, alcalde, concejales…) hay un jefe de barrio y, dentro de él, distintos jefes de “manzana”, a los que se acude con los problemas más pintorescos. El hombre, mayor y con dificultades para andar, se fue acercando poco a poco mientras que los vecinos, que se habían agolpado alrededor del extraño, guardaban silencio. Se acercó hasta él, le observó con cuidado y sentenció con firmeza “Este hombre no es de esta manzana”. Interiormente nosotros pensamos “eso ya lo sabíamos”, pero la sentencia del jefe fue suficiente para desatar el griterío entre la gente. El hombre no tuvo más remedio que marcharse y no volver.
La matanza de la cabra
Uno de los platos típicos aquí es la cabra rellena. Es un plato especial, caro, reservado para eventos muy especiales o gente importante. Hace unos días estuvimos hablando con Naitcha, un constructor chadiano, sobre nuestro horno, cómo lo habíamos construido, las pizzas… “¿Qué no habéis hecho todavía una cabra? Yo la pongo, vosotros hacéis el resto”. Lo que tomamos en un principio como una broma fue volviéndose serio cuando llaman a la puerta dos de sus hijos que traían la cabra viva. Que viniesen comensales no fue difícil, teníamos aún compromisos pendientes con muchos chadianos que todavía no habíamos invitado. El problema era quién la iba a cocinar y, antes que eso, quien era capaz de matarla.
Conseguimos un cocinero, un auténtico especialista, que es el encargado de prepararla habitualmente cuando hay una comida importante. El cogió el cuchillo, nosotros la cámara de video, y comenzó un espectáculo dantesco. Había que degollar al pobre animal, desangrarlo, vaciarlo por dentro, limpiarlo, en fin, os podéis imaginar. Él estaba sorprendido de nuestra reacción, pero más se sorprendió cuando le dijimos que en nuestro país se compran los animales muertos. El dueño de la cabra nos pidió quedarse con la cabeza y las patas, lo que supuso el enfado del cocinero, ya que son piezas reservadas a la persona que mata al animal. Le dijimos que era un regalo, que no habíamos pagado por ella, y le ofrecimos quedarse con los interiores, lo que le pareció un buen trato. A los vecinos, que se agolpaban expectantes en la puerta, les dimos la sangre que comen frita, como la morcilla. Habíamos visto más de una vez a pollos corretear antes de que nos lo comiésemos, pero la cabra fue impactante, el jardín se puso fino.
La preparación del exquisito plato es compleja, no solo por todo lo que supone la matanza de la cabra. Una vez vaciada y bien limpiada de sangre, se prepara un cuscús con verduras y salsa de tomate y se mete en el interior. El exterior se cubre de mostaza mezclada también con salsa de tomate y aceite. El horno, calentado durante tres horas, tiene que estar a la temperatura correcta, lo que nos fácil conseguir con leña. Y luego está el asunto de girar constantemente el animal para que haga bien por todos lados, imaginaos girar una cabra entera. Tras mucho sudar y sufrir durante más de 5 horas, quedo estupenda, deliciosa. Comimos los once presentes hasta la saciedad y la terminaron los vecinos al día siguiente. En fin, toda una aventura.
La cena fue prácticamente una despedida. El trabajo ya ha terminado oficialmente y el próximo fin de semana nos vamos a Donomanga y aprovecharemos para visitar Doba, la ciudad del petróleo. El día 8 ya nos vamos a N`djamena, con el coche que va ese día, y nos quedaremos unos días visitando la capital. El final se acerca y las sensaciones nos inundan. Por un lado la alegría de volver a casa, de volver a veros, pero por otro la pena de marcharnos. Son muchas las cosas que hemos aprendido en nuestra estancia, muchas lecciones. Nos llevamos el cariño de la gente de aquí, pero también de la de allí. Gracias a todos los que nos habéis seguido día a día, mandado mails, dejando vuestros comentarios. La verdad es que alucinamos cada vez que vemos el contador de visitas del blog, que empezó siendo un medio para tranquilizar a la familia y amigos. Esperamos que haya servido para acercaros un trocito de realidad, de la realidad de un país, poniendo rostro a tanta estadística.
Bueno ya habrá otra ocasión para hacer una despedida seria.
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